jueves, 1 de noviembre de 2012

La 'hija' de Lucy se subía a los árboles/The 'daughter' of Lucy climbed to trees

The right shoulder blade from a 3.3-million-year-old fossil child provides evidence that members of an ancient hominid species regularly scaled trees as well as walked across the landscape. Credit: Courtesy of Zeresenay Alemseged/Dikika Research Project

Un reciente estudio ha vuelto a poner en los árboles a Lucy, pero los científicos no se ponen de acuerdo en si esta especie extinta mezcló el trepar a los árboles con el caminar.
Los omóplatos procedentes del esqueleto de un niña de unos tres años de edad, que pertenecía a la especie Australopithecus afarensis - la misma que Lucy, el famoso esqueleto parcial femenino de 3,2 millones de años de edad encontrado en 1974 – sugieren que estos primitivos miembros de la familia evolutiva humana dividían su tiempo entre trepar a los árboles y caminar sobre el suelo.
El estudio está firmado por el paleobiólogo David Green (Midwestern University, Illinois) y el antropólogo Zeresenay Alemseged (California Academy of Sciences) y ha sido publicado en la revista Science (25 de octubre de 2012)
Los científicos han discutido durante más de 30 años acerca de si A. afarensis estaba hecho sobre todo para caminar o si además poseía atributos físicos adecuados para trepar a los árboles. Los omóplatos de una niña fósil descubierta en 2000 en Dikika, Etiopía, indican que los congéneres de Lucy bien podrían en realidad trepar a los árboles en sus primeros años de vida.
A. afarensis habitó en el África Oriental hace 3 o 4 millones de año, y pasaban mucho de su tiempo a pie, pero trepaban a los árboles para alimentarse de frutas y escapar de los depredadores. Según Green, "los miembros juveniles de A. afarensis pueden haber sido escaladores más activos que los adultos."
Un análisis previo de la niña, llamada Selam por sus descubridores, parecía sugerir que sus omóplatos- parcialmente encajado en la roca en aquellos momentos- se parecían a los de los gorilas. Green y Alemseged han extraído los fósiles de la roca circundante y la comparación con otros fósiles de homínidos, los simios actuales y humanos, sugieren que los omóplatos de Selam son lo bastante simiescos como para haber permitido trepar fácilmente a los árboles.
Al igual que los simios actuales, Selam y Lucy tenían una articulación del hombro que apuntaba ligeramente hacia arriba. Esta característica responde a su necesidad de distribuir el peso sobre la cápsula de la articulación del hombro mientras trepan y cogen los objetos, especialmente cuando su miembro superior sostiene alguna carga. Los humanos nacen con una articulación que apunta levemente hacia abajo y que cambia a una orientación lateral a lo largo de sus vidas. Una cresta ósea en la parte posterior de los omóplatos de Selam corre en diagonal, como en los simios actuales mientras que en los humanos dicha cresta se extiende horizontalmente en la parte superior de sus omóplatos. Los hombros simiescos de Selam representar una acomodación evolutiva de A. afarensis para caminar y trepar.
Pero según el antropólogo Yohannes Haile-Selassie del Museo de Historia Natural de Cleveland, Green y Alemseged necesitan llevar a cabo un análisis más detallado de las diversas marcas óseas en los omóplatos de Selam para apoyar un escenario en el que el trepar a los árboles sea frecuente. Haile-Selassie dirigió el equipo que descubrió un esqueleto parcial masculino de 3,6 millones de años de antigüedad del A. afarensis conocido como Big Man, y según él, todo en ese hallazgo, incluidos sus piernas, tronco y un omóplato, apunta a un andar casi humano para la especie de Lucy. Si Green y Alemseged demuestran en un futuro trabajo que la pierna y el pié de Selam trabajaban en concierto con sus hombros para favorecer la escalada, Haile-Selassie, dice que "entonces ellos podrían estar trabajando con una especie diferente a A. afarensis."
Según la antropóloga Carol Ward, de la Universidad de Missouri en Columbia, los rasgos esqueléticos, como la orientación de la cavidad del hombro, pueden pasar de una especie ancestral a sus especies descendientes, porque son cruciales para la supervivencia o bien como algo irrelevante y "esto hace que la relevancia de los omóplatos de Dikika sea difícil de interpretar."
Según el antropólogo Owen Lovejoy de la Universidad Estatal de Kent (Ohio) que participó en la investigación de los restos de Big Man, A. afarensis probablemente conservó algunas características de los hombros de los primitivos homínidos trepadores, que no afectaban para nada a lo que había llegado a ser un estilo de vida basado en caminar por el suelo.
La controversia sigue abierta

Dr. Zeresenay Alemseged shows the skull of a 3-year-old Australopithecus afarensis at the National Museum of Ethiopia in Addis Ababa, Ethiopia

The ancient hominid known as Lucy is getting shouldered into the trees by a study, but scientific onlookers disagree about whether this long-extinct species mixed tree climbing with walking.
Shoulder blades from the ancient skeleton of a roughly 3-year-old girl that belonged to Australopithecus afarensis — the same species as Lucy, a famous 3.2-million-year-old partial female skeleton found in 1974 — suggest that these early members of the human evolutionary family split time between scrambling up trees and walking on the ground.
The study, authored by paleobiologist David Green (Midwestern University, Illinois) and anthropologist Zeresenay Alemseged (California Academy of Sciences) has been published in Science journal (October 25, 2012).
Scientists have argued for more than 30 years about whether A. afarensis was built mainly for walking or possessed physical attributes suitable for ascending trees as well. Shoulder blades of a fossil child discovered in 2000 in Dikika, Ethiopia, indicate that Lucy’s crew could indeed scale trees beginning early in life.
A. afarensis inhabited East Africa 3 million to 4 million years ago and spent plenty of time on foot but climbed trees to forage for fruits and to escape predators, Green proposes. Based on the new analysis of the Dikika fossils, he says, “juvenile members of A. afarensis may have been more active climbers than adults.”
A previous analysis of the Dikika child, dubbed Selam by its discoverers, suggested that the youngster’s shoulder blades — partly encased in rock at the time — resembled those of gorillas. Green and Alemseged have since freed the fossils from surrounding rock. Comparisons to other hominid fossils, modern apes and humans suggest that Selam’s shoulder blades are generally apelike enough to have enabled regular tree-climbing.
As in living apes, Selam and Lucy had upward-pointing shoulder sockets, Green and Alemseged say. This feature responds to their need to distribute the weight on the capsule of the shoulder joint as they climb and grab objects, especially when its upper limb holds some charge. People are born with slightly downward-pointing shoulder sockets that eventually shift to face laterally. A bony ridge on the back of Selam’s shoulder blades runs diagonally, as in living apes, the researchers add. The same ridge runs horizontally across the top of people’s shoulder blades. Selam’s apelike shoulders represent an evolved accommodation in A. afarensis for mixing walking with climbing.
But Green and Alemseged need to conduct a more detailed analysis of various bony landmarks on Selam’s shoulder blades to support a scenario of frequent tree climbing, says anthropologist Yohannes Haile-Selassie of the Cleveland Museum of Natural History. This last anthropologist led a team that discovered a 3.6-million-year-old partial male A. afarensis skeleton known as Big Man. Everything about that find, including its legs, chest and a surviving shoulder blade, point to a nearly humanlike gait for Lucy’s species, he says. If Green and Alemseged show in future work that the Selam’s leg and foot worked in concert with her shoulder to promote climbing, Haile-Selassie says, “then they may very well have a species different from A. afarensis.
Skeletal traits, such as the shoulder socket’s orientation, can pass from an ancestral species to a descendant species because they’re crucial for survival or as functionally irrelevant hangers-on, says anthropologist Carol Ward of the University of Missouri in Columbia. “This makes the significance of the Dikika shoulder blades difficult to interpret.
A. afarensis probably retained some shoulder characteristics of earlier tree-climbing hominids that had no impact on what had become a ground-based lifestyle, says anthropologist Owen Lovejoy of Kent State University in Ohio. Lovejoy participated in the investigation of Big Man’s remains.
Controversy is still open.

Tomado de/Taken from Science News

Resumen de la publicación/Abstract of the paper
Australopithecus afarensis Scapular Ontogeny, Function, and the Role of Climbing in Human Evolution
D.J. Green and Z. Alemseged
Science 26 October 2012: Vol. 338 no. 6106 pp. 514-517
DOI: 10.1126/science.1227123
Abstract
Scapular morphology is predictive of locomotor adaptations among primates, but this skeletal element is scarce in the hominin fossil record. Notably, both scapulae of the juvenile Australopithecus afarensis skeleton from Dikika, Ethiopia, have been recovered. These scapulae display several traits characteristic of suspensory apes, as do the few known fragmentary adult australopith representatives. Many of these traits change significantly throughout modern human ontogeny, but remain stable in apes. Thus, the similarity of juvenile and adult fossil morphologies implies that A. afarensis development was apelike. Additionally, changes in other scapular traits throughout African ape development are associated with shifts in locomotor behavior. This affirms the functional relevance of those characteristics, and their presence in australopith fossils supports the hypothesis that their locomotor repertoire included a substantial amount of climbing